Our Wild Lives se desarrolla como una reflexión poética sobre la vulnerabilidad de la existencia. A través de una sensible puesta en escena de los seres vivos, la serie establece un diálogo íntimo entre las formas corpóreas -humana, animal- y los elementos de la naturaleza.

En este universo onírico, el cuerpo parece disolverse en la materia (piedras, follaje, nubes, elementos líquidos...), hasta hacerse uno con ella. Dentro de esta sutil fusión surge un sentimiento de deseo, una aspiración a pertenecer a un orden de vida más amplio y antiguo.

La figura no se concibe como un sujeto aislado, sino como un medio de expresión, portador de un lenguaje donde gestos y texturas se entrelazan. Desde esta perspectiva, Our Wild Lives abre un espacio liminal en el que el ser humano, lejos de dominar la naturaleza, se vuelve receptivo a su alteridad, a su presencia sutil pero persistente, y al hacerlo adquiere una conciencia más amplia de su propia condición dentro del mundo vivo.