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Sasha Mongin

FRANCIA

Nació en Estados Unidos en 1989. Su carrera fotográfica comenzó cuando, tras graduarse en lengua china en el INALCO de París, se trasladó a Shanghái y creó su primera serie sobre el ascenso de la clase media china. En 2021, cambió su práctica fotográfica hacia un enfoque más artístico y personal, explorando los límites entre la realidad y la imaginación. Fascinada por personajes heroicos, caprichosos o frágiles, así como por la magia, los colores y los destellos de luz, ahora centra su trabajo en una estética que trasciende la realidad. En 2023, expuso dos series que exploraban la masculinidad en la Galerie M, y después se embarcó en un proyecto sobre el duelo con una serie titulada "El moribundo que no quería morir". Simultáneamente, realiza trabajos por encargo, esforzándose constantemente por infundir magia a sus fotografías.

Premi Fotografia Femenina 2024 InCadaqués x Fisheye Magazine

En colaboración con Fisheye Magazine

- SERIE -

El Moribundo que no moría

En una serie profundamente personal, la fotógrafa Sasha Mongin nos sumerge en la intimidad de su historia familiar.

"Mi padre contrajo el VIH por una transfusión de sangre en 1982 tras una operación de corazón. El sida permitió que un extraño virus atacara su cerebro, mermando gravemente sus capacidades motoras y del habla. Yo tenía entonces 7 años y los médicos le dieron sólo unos meses de vida. Pero demostró que se equivocaban, y hoy sigue con nosotros".

Las imágenes transmiten la perspectiva de una niña que vivió durante años con la certeza de que su padre estaba a punto de morir.

"Recuerdo negar la enfermedad de mi padre, refugiarme en la ilusión de que salía a escondidas por la noche. Recuerdo la soledad de mi madre mientras nuestros parientes, amigos y familiares nos abandonaban poco a poco. Recuerdo sentirme aliviado de que mi padre tuviera sida y no un tumor cerebral, como me habían dicho hasta los 12 años. La muerte siempre ha sido un tema habitual en mi vida cotidiana y en la de mis padres. Se ríen de ella, la lloran y la esperan".

Aunque el tema se trata alternativamente de forma metafórica o muy explícita, todas las imágenes están impregnadas del universo onírico y fantástico de Sasha Mongin, una forma para ella de iluminar la tristeza de esta historia con el amor que llenó su infancia.

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