Nyima Marin
FRANCIA
La fotógrafa Nyima Marin (1987) vive y trabaja en la región de París. En 2009, tras estudiar Física en Italia, ingresó en la ENS Louis Lumière y se trasladó a París. En 2012, dos años después de ganar el Grand Prix Paris Match du Photoreportage Étudiant, se graduó en la sección de fotografía tras haber dirigido varios proyectos documentales. A continuación, se convirtió en asistente del fotógrafo Jean Larivière e inició un cuestionamiento personal orientado hacia un enfoque introspectivo del medio fotográfico y la exploración de sus posibilidades narrativas, en paralelo con trabajos regulares por encargo. Esta investigación le llevó a ser seleccionado para la residencia Planche(s) Contact en Deauville, donde Deauville, donde presentó su serie "Le souvenir des marins", en noviembre de 2017. En el verano de 2019, mostró su serie "L'est de l'été" en Lyon durante su primera exposición individual. Desde entonces trabaja en "L'adieu du Minotaur", un proyecto basado en Creta, su tierra natal, y la primera parte de una investigación en torno al mito y los orígenes.
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Despedida del minotauro
Ante la crisis ecológica mundial, anhelaba volver a conectar con una esencia universal y explorar mis raíces ancestrales. Volviendo a Creta, mi lugar de nacimiento, busqué imágenes primigenias y la belleza pura de antiguas formas geométricas. Quería evocar recuerdos indescriptibles y una melodía compartida desde tiempos inmemoriales. Entre las piedras, busqué el eco de un grito primigenio, como si fuera un niño balanceándose entre bestias y dioses.
A través de la fotografía, creé un espacio atemporal, que trasciende las fronteras. Los tonos azules de la cianotipia difuminaban la línea entre humanidad e inhumanidad, carne y piedra. Estos fragmentos monocromáticos se convirtieron en una perspectiva compartida a través de generaciones, uniendo la mirada de la humanidad sobre esta tierra, una ventana suspendida sobre el tiempo.
En estas imágenes, mi cuerpo se disolvía en un representante de nuestra especie y del mito de nuestros orígenes. Yo encarnaba a Adán, Minos, un minoico que se afanaba en una tierra árida, Zeus mirando desde el monte Ida y Teseo de pie ante la entrada del Laberinto. Yo era el monstruo solitario que espera su liberación en los corredores rocosos.
La serie de imágenes azules resultante captó la esencia de una profunda búsqueda de los orígenes: un homenaje a la naturaleza y una despedida del laberinto desierto, símbolo de mi adiós a la tierra que me vio nacer, donde el mundo comenzó bajo la luz más temprana.