Jordi Barón Rubí
CATALUÑA
El fotógrafo Jordi Baron, a través de la profesión familiar de anticuario, tiene un acceso único y privilegiado a un mundo muy privado: puede acceder al interior de muchos pisos de Barcelona.
Cuando el autor llega a estos pisos, sus habitantes han fallecido recientemente, los familiares se han repartido parte de la herencia, y es entonces cuando quieren vender todo lo que queda en el apartamento. Otras veces, si hay desavenencias familiares o si pertenecen a alguna familia acomodada, los pisos pueden permanecer cerrados durante mucho tiempo, a veces años, almacenando toda la memoria en su interior, pero no por ello están abandonados, sino sólo cerrados, aletargados, hasta que llega el día en que sus dueños deciden venderlo todo.
Las fotografías de Jordi Baron abordan todo el proceso de vaciado de pisos y casas, situados principalmente en el barrio del Eixample y el casco antiguo de Barcelona, y donde sus herederos han ido vendiendo todo: primero el contenido y después el continente.
Cada uno de estos pisos, muchos de ellos enormes, ha sido posteriormente dividido en tres o cuatro apartamentos con el fin de destinarlos, en la mayoría de los casos, al alquiler turístico. Es, por tanto, la foto-finish de una memoria burguesa que ha durado unos 120 años, y el nacimiento de un nuevo fenómeno que sufren muchas ciudades: la gentrificación. Un drama imparable que expulsa a los vecinos por el encarecimiento de la vivienda.
El autor, que ejerce como arqueólogo de interiores, lleva unos 20 años fotografiando todos estos pisos de la ciudad de Barcelona con el propósito de rescatarlos antes de su desaparición.
Paisajes efímeros y a menudo desolados, recuerdos personales en el suelo, ropa, libros, documentos... Y es en estos momentos de cambio, de movimiento, cuando se toman estas fotografías. Sin mucho tiempo, con luz natural, mientras los operarios y transportistas se dedican a desmontar camas y lámparas, a arrastrar y embalar muebles que seguramente nadie había movido de su sitio desde hacía más de 80 años.
Cortesía de Galería Cadaqués
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