Frank Horvat
ITALIA
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Nacido en 1928 en Italia de padres judíos procedentes de Europa Central y médicos, Frank Horvat vivió sucesivamente en Suiza, Italia, Pakistán, India, Inglaterra y Francia. Se instaló en Francia a finales de la década de 1950, al tiempo que realizaba viajes regulares a Estados Unidos y recorría con frecuencia Europa, América y Asia.
Su trayectoria como fotógrafo quedó profundamente marcada en 1950, cuando se cruzó en su camino con Henri Cartier-Bresson, quien le inspiró para adoptar la cámara Leica y embarcarse en un viaje de dos años a la India como fotoperiodista independiente. Las imágenes en blanco y negro que capturó durante este periodo marcaron sus éxitos iniciales, incluida su participación en la exposición "La familia del hombre" en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
A partir de 1957, aplicó su experiencia reporteril a la fotografía de moda, introduciendo un estilo más realista y menos acartonado que el típico de las revistas de la época. Su trabajo apareció en Vogue y Harper's Bazaar, tanto en Europa como en Estados Unidos, dejando un impacto duradero en el género.
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Lo imprevisible
En los años cincuenta y sesenta -y mucho más allá-, ser fotógrafo de "moda" significaba inevitablemente trabajar en un estudio y atenerse a numerosos códigos que pretendían "mostrar adecuadamente" la ropa mediante poses repetidas y encuadres detallados, entre otras técnicas. Frank Horvat, amante de captar la vivacidad de las calles parisinas, plasmarla y condensarla en un solo instante, fue el primero en sacar a las modelos a la calle, integrándolas en la vida cotidiana y, en última instancia, encontrando diversión en el contraste entre el refinamiento de ciertos trajes de diseñador y vestidos de novia con el atuendo de los trabajadores del mercado o los clientes habituales de un café. Al tiempo que revolucionaba el enfoque de la moda, Frank Horvat lo conseguía manteniéndose fiel a una fascinación siempre curiosa y benévola por la humanidad, y a una forma de practicar la fotografía con elegancia y gracia, en instantáneas cándidas y, en última instancia, alegres. De repente, la moda dejó de ser rígida para entablar un verdadero diálogo con la vida.